Es evidente que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación constituyen un foco de atracción para las nuevas generaciones, atracción que puede ser canalizada hacia el aprendizaje de contenidos curriculares.
Una de las principales características de estas tecnologías es la interactividad, la respuesta personal e inmediata a las acciones del usuario. Esto implica la capacidad, no sólo de guiarlo a través de un proceso personalizado, sino de corregir las deficiencias y reforzar los aciertos. El empleo de esta interactividad en el campo pedagógico lleva a procesos de enseñanza-aprendizaje más dinámicos, individualizados y eficientes.
Aunque hasta ahora las nuevas tecnologías se relacionan con la áreas científicas o técnicas, es evidente que pueden ser empleadas, y deben serlo, en las tradicionales humanidades, ya que todas las áreas pueden beneficiarse de las posibilidades educativas de la interactividad.